Tengo una en la frente, en el centro, y es como mi seña de identidad. De hecho, es mi signo para la lengua de sordos.
Tengo otra en el empeine derecho. De una caída ha hecho ahora un año. Antes quería taparla, pero ahora siempre la enseño.
La del empeine vino acompañada de otra, que va de la rodilla hacia abajo y el interior de la pierna. Me gusta menos, pero se nota poco.
Y esas son las que se ven, de las que no se aprecian a simple vista y hay que explicar con todo detalle tengo bastante más de tres, todas o casi todas por la misma razón, y todas o casi todas, cerradas y bien curadas.
Considero que las cicatrices son como pequeños trofeos de los que en un primer momento no estamos nada orgullosos. Han dolido, todavía duelen, y las curas no son fáciles. Limpia y echa antiséptico. Limpia y echa crema para las quemaduras. Limpia y deja al aire. Limpia y procura no mojar. Limpia. Limpia. Limpia.
Ésa es la clave. Limpiar.
Las heridas son inevitables. Vas por la calle y un tropezón tonto te hace caer y quedas marcado de por vida. Pero debemos aprender de ellas, porque de seguro que la próxima vez que pasemos por ese sitio, iremos con mucho más cuidado.
Mientras están abiertas es difícil no pensar en lo tontos que fuimos, en que podíamos haber mirado mejor e incluso, caminamos con miedo, pisamos suave, despacio y siempre tanteando antes el terreno.
Además de ese temor lógico, de esa paranoia que nos hemos creado a raíz de esa estúpida caída... duele. Porque las heridas, cuando se están curando, duelen, y pican, y escuecen.
¿Nunca os lo han dicho de pequeños?
-Mamáaaa!! aaah!! Que escueceee!!
-Eso es porque se está curando, hija.
-Papáa!! Alcohol no! ALCOHOL NO!!!
-Que sí hijo, que sí, que esto cura. Ya verás.
Y tú quieres matar a tu padres...
Pero te están dando la gran lección. Porque al cabo de un tiempo, esa herida ya no duele. Ya no pica, ni escuece. Ahora sólo queda una marca en tu piel, que semana tras semana va borrándose. Y al final olvidas dónde la tienes y hay que buscarla, y olvidas cómo te la hiciste y la confundes otra...
Y esto vale para las cicatrices que se ven; Y para las que no se ven.
Las que puedes ocultar; esas que tapas con una sonrisa pero que cuando llegas a casa te hacen brotar una lágrima, esas que dices que ya no duelen pero lo hacen más que nunca, ésas.
Ésas tienen un proceso de curación mucho más largo, probablemente más doloroso y no son tan fáciles de limpiar. Para éstas no hay betadine, silvederma, ni alcohol puro 96º... Estás se curan con el tiempo. Con el tiempo y con los ojos, las manos, la cabeza, los labios... Sabores, olores, miradas, que van limpiando la herida y propiciando su cicatrización.
Esto no es lo de "un clavo saca a otro clavo". Esto es más... "un grano no hace granero, pero ayuda al compañero".
Cuando alguien nos hace un hueco en el corazón y no somos capaces de cerrarlo ni con puntos, ni con grapas, ni con pegamento quirúrgico, creemos que ya nada se puede hacer y perdemos la esperanza por completo. Dejamos que se infecte y se llene de pus. Se inflama, se ponga blanco y duela. Eso si que duele. Duele más una infección que una herida.
Duele más la saja infectada que el corte. Duele más el moratón que el golpe. Duele más un grano infectado que una espinilla.
No debes permitir que nadie infecte tus heridas. Cúralas y disponte a caminar para hacerte más. Antes de lo que crees, esa cicatriz que hoy es fea y quieres ocultar, se va a convertir en una marca tuya, propia e inimitable y vas a querer enseñársela al mundo.
Porque las cicatrices no duelen. Son marcas de guerra. Son marcas de batallas ganadas. Una caída, un hierro clavado, una quemadura de plancha, una quemadura por fricción, una operación... o una persona.
Si no has dejado de caminar, de planchar la ropa o el pelo, de meterte dónde no debes, ni de dejarte cortar por un bisturí, no dejes de ilusionarte, de enamorarte, de dejarte llevar por lo que duele en el pecho y no en la cabeza, de ser feliz a costa de otro y de hacer a otro feliz a costa tuya.
Cicatrizar lleva tiempo, pero no tanto como crees. Tápalo con una gasa y a correr.