Hay cosas en esta vida que son inevitables. Una discusión, una reconciliación, una pérdida de relación, un distanciamiento, un acercamiento... Nos empeñamos en forzar cosas que no deber pasar y en huir de otras que por más que corramos, nos alcanzarán tarde o temprano.
Normalmente tratamos de que lo malo no ocurra, no suceda. Tenemos miedo a una disputa, a abrir un debate, o a dar nuestra opinión porque eso creará un conflicto. Pero no siempre es así.
A menudo nos lanzamos con los ojos cerrados y a la aventura hacia aquello que creemos es lo mejor, lo positivo... creemos que así seremos más felices, nuestra vida tendrá más armonía y sonreiremos más. Pero no siempre es así.
El ser humano por naturaleza tiende a querer decidir sobre sus pasos. Tiende a querer mandar sobre lo que acontece. Tiende a querer manejar el cotarro.
Pero nos equivocamos al hacerlo.
Una de mis maneras de ver las cosas es "Si algo está de pasar, pasa". Y pocas veces me equivoco. Entre medias puede ocurrir de todo, culpa nuestra o del propio destino que no quiere ponérnoslo fácil, pero si algo debe surgir, salir, ser... surgirá, saldrá, será.
Nos empeñamos en darle fuerza a algo que no la tiene y a quitársela a lo que sí la posee. Creemos firmemente que ese es el camino correcto y pisamos con fuerza, subimos cuestas imposibles y sudamos, sudamos como cerdos por llegar a ese lugar que creemos ideal.
Puede que no nos equivoquemos, y lo más probable es que le pongamos ese entusiasmo porque no queremos ver, por testarudos y orgullosos, que hay otro camino, plano y cuesta abajo, a la sombra, que nos lleva a una meta mejor. Pero ese camino es también más oscuro, estrecho y tenebroso, al estilo Tim Burton. Nos da miedo, y necesitamos mucho valor para enfrentarlo.
Así que, tras mucho pensar, he decido que voy a dejarme llevar.
No voy a preguntarme hacia dónde quiero ir. No voy a obligarme a decidir un camino. No voy a guiarme por lo que veo, si no por lo que siento. No voy a preguntarme qué espero de ese paseo. No voy a mirar que hay al final del sendero. No voy a ir contra el viento. No voy a nadar contra corriente. No voy a ser lo que no quiero. No voy a negarme a ser como quiero.
Voy a cerrar los ojos y a dejarme influir por el resto de mis sentidos. Así es como pienso llegar a la felicidad.
Mejoraré el tacto para, a través de mis manos, descubrir posibles espinas y averiguar la textura de cada situación. Y si no me gusta, giro 90º.
Abriré mis oidos para que, cuando me lleguen los mensajes, lleguen claros y concisos. Al tener sitio para pasar, elimino los filtros y elimino los dobles sentidos. Y si no me gusta, giro 90º.
Ampliaré mi gama de sabores, para no cerrarme ante nada y comerme el mundo las veces que haga falta. A mordiscos, a lametazos, a besos. Y si no me gusta, giro 90º.
Inspiraré más fuerte cada vez para captar cada uno de los olores que me rodean, de manera que cada vez que vuelvan a mí, me evoquen recuerdos. Recuerdos que regalan sonrisas. Y si no me gusta, giro 90º.
Y así conseguiré serme fiel al 101%. Como siempre hasta el momento.
Un secreto... de vez en cuando abriré los ojos. Hay cosas que son dignas de ver. ;)
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