viernes, 7 de septiembre de 2012

Volver a empezar

Qué bonitos son los principios. Todos se parecen y todos son distintos. Todos son anhelados y a la vez, temidos, rechazados y evitados.
Pensamos en lo que dejamos atrás y nos da miedo cerrar la puerta y entrar en la siguiente habitación, pero esa sensación de tener la oportunidad de poder echar el cerrojo, de ver que eres capaz, que tienes la llave, que al otro lado sí hay algo, que no es tirarte al vacío. Esa seguridad de ir sobre seguro, valga de redundancia, de saber que lo que vas a encontrar te gusta. 
Ahh... esa sensación de volver a empezar, esas primeras veces...
Los primeros nervios, las primeras sonrisas, las primeras llamadas, el medir cada uno de tus pasos, de tus palabras, ese gusanillo en el estómago que no se calma ni cuando acaba el día... Esa necesidad de algo o de alguien. Las primeras veces.
Nos sentimos torpes, aunque ya seamos expertos en la materia. No somos capaces de dar dos pasos sin dudar del antepenúltimo. Somos capaces de intentarlo una y otra vez, sin importar las veces que fallemos. Como un niño cuando empieza a caminar, mil veces se cae, mil y una se levanta. Así son las primeras veces. Llenas de errores, cargadas de ilusión, repletas de ganas, inundadas de sensaciones.
Nuevos descubrimientos. Debemos adaptarnos a nuevas situaciones y vamos despacito, lento pero seguro. Las prisas nunca son buenas y por eso, lo bueno (lo mejor) se hace siempre esperar.


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