martes, 26 de noviembre de 2013

Te lo ordeno


  • Dame. 
  • Dame más. Y dámelo mejor. 
  • Oblígame a quererte. 
  • Hazme olvidar el mundo. 
  • Apártame del camino de las malas ideas.
  • Guíame por el paseo de la felicidad. 
  • Pégame la sonrisa a la cara. 
  • Haz que echen a volar las dudas que anidan en mi cabeza.
  • Devuélveme cada uno de mis gestos.
  • Cóbrame cada uno de tus suspiros.
  • Quítame las ganas de saltarme tu dieta. 
  • Sacia mi ansia de vida dándome la tuya. 
  • Recuérdame cada segundo qué soy para ti.
  • Espántame los miedos y las penas.
  • Destrúyeme la angustia cuando viene.
  • Cógeme de la mano cuando eches a correr.
  • Désvelame en plena noche con besos en la espalda.
  • Mírame a la cara y graba a fuego tu nombre en mi pupila.
  • Llévame el desayuno a la cama. La comida y la cena.
  • Átame a ti.
  • Sorpréndeme queriéndote, cumpliendo mis anhelos.
  • Mantenme viva a tu lado.
  • Desnúdame el alma.
  • Asciéndeme de posibilidad a prioridad.
  • Suéñame. 
  • Ponme anteojeras de caballo orientadas hacia tu ventana.
  • Demuéstrame que el amor no tiene peros.
  • Deséame suerte cuando no te tengo al lado.
  • Regálame fuerza de voluntad envuelta en papel de esperanza.
  • Cómprame horas a tu lado.
  • Repíteme cada minuto que los kilometros son sólo una excusa.
  • Dime que no me vaya.
  • Mándame echar a quién quiera rompernos.
  • Prohíbeme irme, dejarte y escapar.
  • Sosténme entre caricias de algodón.
  • Perfúmame con tu aroma cada vez que te vas.
  • Quiéreme sin condiciones, a todas horas, en todas direcciones.





domingo, 10 de noviembre de 2013

Día tonto

Hay días que no. Días que más te valía no haber salido de la cama. Días que podrías borrar del calendario y no perderías nada. Días que se cruzan y no hay quién los enderece.
No se acierta con nada, ni con las palabras, ni con las actuaciones de cada uno, ni siquiera con la ropa.
Nada sale bien, nada. Por más ganas que le pongas, por más que te resignes y pienses "va, venga, es sólo un mal día", éste, parece un año entero. Porque además de ser malo, se hace eterno, el mamón.
Hablas con alguien para intentar distraerte y la lías. La lías porque hablas de más, sin motivo, o de menos, sin motivo tampoco. O interpretas mal lo que te dicen y te cabreas (más de lo que ya estabas) y ya venga, pírate! "Pírate" por no mandarte a tomar por dónde amargan los pepinos, que esto no queda bien así escrito.
Acabas de comer, ni el café te has tomado, y ya estás pensando en irte a la cama para terminar con este domingo infernal, que más que un día de descanso nacional, ha sido un día de sufrimiento personal.
Entendedme, se dice sufrimiento exagerando la desastrosa jornada que uno lleva, no firmando con la sangre que brota de unas venas recién cortadas, tampoco hay que llevarlo al límite, sólo lo justo para que esto quede correcto. 



Así que lunes, no decepciones a quién lleva todo un fin de semana anhelándote. Que entre rabias contenidas y hormonas revolucionadas, no aguanta más. 


domingo, 9 de junio de 2013

Para ti.

Te conocí y no me interesaste. Puede molestarte, pero ni siquiera me pareciste guapo. Me recordaste peligrosamente a una persona a la que tengo demasiado cariño, con ese precedente, no podía verte más allá. 

Pasaba el día y vi un cambio en tu mirada. Te vi débil, te vi pequeño, te vi desmoronarte en un segundo y buscar desesperadamente un ancla al que amarrarte. La viste y te hiciste pequeño, desapareciste. Te pregunté y me contestaste sin hablar. Tanta ternura en una sola mirada... Tanto dolor en un solo gesto... Me transmitiste una dulzura tan inmensa...

Poco a poco empezaste a sacar esa sonrisa tuya que hace que se te formen unos hoyuelos sutiles en las mejillas, tan bonitos..., ibas estando cada vez más cómodo y haciéndote fuerte. Fue así como supongo que sacaste el valor para acercarte a mí. Un abrazo, otro, una mirada, un beso de despedida con más fuerza que el anterior... No sé qué fue lo que te llamó la atención de mi; pudo ser mi pésima actuación, mi pérdida de tiempo, mi dar golpes a una puerta que no se abría... Algo fue, cuando tu mirada cambió de luz y de mensaje.

Pasó la noche. Fuimos felices cada uno a su manera, en su lugar y con su gente. No nos vimos, creo que ni nos pensamos. Pero al llegar a casa nos buscamos. Y ahí, tras una pantalla, te hiciste fuerte del todo. Y yo pensé "pero qué dice?". Pero no había mucho de lo que hablar y acabamos rápido, a dormir. Mañana sería otro día.
Estuve toda la mañana trabajando, y me acordaba del día anterior, de todas las emociones, de él, de ti... pensaba en si hablarte o no, en si te vería o no. 

Qué tontería, no te conocía y ya pensaba en ti.

Aquella tarde volveríamos a juntarnos en el mismo sitio pero era casi imposible que coincidiéramos en el mismo punto. Tú, por no quedarte solo, por segundo, tercer o cuarto plato, o vete tú a saber por qué, me llamaste. Quedamos. Y sin ser parte de mí, sin ser nada mío, viví junto a ti un momento inolvidable. 

Allí estábamos nosotros, cogidos de la mano, con las caras rebosantes de felicidad mientras  todos gritaban, nosotros solo sonreíamos, mirábamos al frente, nos apretábamos como diciendo "estamos aquí, juntos, compartiendo un sueño" y cruzábamos las miradas como dos niños pequeños, aún con algo de miedo. 

Salimos de entre la gente, sin soltarnos, cerca, en silencio y sin dejar de hablar. Era especial. Aquella tarde fue especial.
Nos quedamos solos, echamos a andar y me dijiste "dónde vamos?" y yo te dije "donde estemos solos y tranquilos". Sonreíste.

Nos sentamos y nos quedamos callados. Me abrazaste. Nos acercamos más y me abrazaste más fuerte. Silencio. Miradas. Perdidas y encontradas. Las manos entrelazadas y las pequeñas caricias. Y por fin acercamos nuestras bocas y despacio, con miedo a romper la magia, con cuidado, nos besamos. Nos besamos como dos niños que llevan enamorados toda la vida, lento, jugoso, con fuerza, pero tranquilos, sin prisas.
Fue dulce, fue bonito, fue nuestro momento. Nuestro primer beso. Y de fondo, la mejor melodía. Hinchas que ponían banda sonora a nuestro primer recuerdo. No podía haber sido más perfecto. Sin prepararlo, todo encajó para ser un momento para recordar siempre.

Fue eso lo que marcó un antes y un después en mi. Yo no esperaba nada de aquella noche. No esperaba más que lo que estaba pasando. Y no sé explicarte por qué, supongo que por ti, cambié de opinión a medida que pasaban las horas. Horas que hicimos segundos. La noche se nos quedaba corta, yo no quería soltarte y tú no querías irte.

Jugábamos, nos enfadábamos, nos molestábamos... Fue perfecto.

Nos despedimos y estábamos como fuera de la realidad. Íbamos tan metidos en nosotros mismos que el resto del mundo pasaba a nuestro lado y no lo veíamos. Tomamos caminos distintos, pero siempre acompañándonos. 

Pasó el fin de semana, la semana entera y no dejábamos de estar raros. Yo no sabía que hacer y tú, menos aún. Pero lo dijiste: "Cuando quieras verme, dímelo" y me lancé. Y nos vimos. La intención era otra pero las circunstancias nos empujaron.

Yo no quería acercarme a ti, y tú lo notabas. Bromeamos varias veces con la idea de irnos por donde habíamos venido, pero no lo hicimos. Te paraba a fuerza en los semáforos, no por precaución, yo siempre cruzo en rojo, si no por retenerte a mi lado. 
Esa era mi manera de estar cerca tuya. Más cerca tuya. No encontraba otra.

Nos sentamos y me senté lejos de ti, no quería molestarte. Si no lo hacía así, me sobraba el resto del sofá. Me alejé todo lo que pude pero tú me querías cerca. Así que, por miedo a fastidiarlo te dije "acércame hasta dónde quieras tú" y ahí me pusiste. Piel con piel. 
Pero yo no estaba en ese punto, volví a separarme y esta vez me llevaste hacía ti todo lo que pudiste y más. 

Tumbada encima tuya, mientras me abrazabas, quise parar el tiempo. Dejarlo así

Mi boca no era capaz de articular palabra. Pero mi cabeza no dejaba de girar y pensar y divagar. Te respiraba, en silencio. Tú me besabas en la cabeza, yo en la cara... No queríamos ir más allá. Lo mantuve así hasta que en un descuido, mi boca fue más rápida que mi mente y quiso besarte. Me retiré y te pedí perdón. Eso no era lo que estaba planeado. 
2 minutos más tarde te amenacé "no pongas esa boca o te doy un beso" y volviste a hacerlo. Te besé y me besaste. Fue un beso largo, en silencio, lento. Un beso de esos que te llenan los ojos de lágrimas y te hace notar un nudo en el pecho. No queríamos separarnos. Fue tan dulce...
Te miré y me miraste. "Y ahora qué?". Nadie lo dijo pero ambos lo pensamos. Intentamos definir qué era esto que nos estaba pasando. Intentamos aclarlo, pero no pudimos. No sé si vamos a velocidades diferentes o no, lo que está claro es que al final, llegamos al mismo punto. 

Besos bajo la lluvia, besos fríos y besos calientes. Miradas llenas de complicidad. Esa manera tuya de acercarme a ti. Me quedé contigo hasta que desapareciste tras el cristal. Creo que tú pensabas "pero que haces? Vete ya". 
No, amor, no. 
No podía marcharme cuando aún podía disfrutar de ti unos segundos más. Quizá los últimos. Eso es algo que aún no sabemos.









El tiempo ha pasado, pero la sensación de ti no.










Cuando me abrazas me siento otra, protegida, sin miedo a nada. Sin querer mirar las horas, sin ver quién nos rodea, sin ser conscientes de que el mundo sigue detrás nuestra. Cuando estoy contigo sólo me importan tus ojos, tu boca, tus manos. Me da igual el resto. 

Me has devuelto la emoción. La pasión por las cosas. Dejarse el alma en cada movimiento. Me has hecho cambiar de parecer. Las cosas ya no son blancas o negras, ahora tienen una gran gama de grises, y en ella nos encontramos tu y yo continuamente. 
He vuelto a recordar esos nervios de la primera vez, esos besos sinceros. 
Me haces sentir diferente, no sabría explicártelo. Es tranquilidad. Saber que nada malo puede pasarme contigo al lado. 

Me has enseñado que a veces es mejor guardarte los impulsos y llorar solo en tu habitación. A base de eso me voy aguantando las ganas de decirte todo ésto. Pero también creo que es importante saber como se siente la otra persona, porque cuando las cosas no salen como nosotros esperamos, hay quién estaría dispuesto a hacernos la vida tan fácil como la quisiéramos. Y esas personas sólo necesitan una señal para empezar a darnos felicidad. 

No te gusta la retórica, ni las metáforas, ni las parábolas de mis textos. He intentado ser todo lo clara que sé ser. 

Como siempre no espero una respuesta rápida. No sé que espero, pero son cosas que necesitan ser escritas y dichas. 

Y aquí las tienes, para recordarlas siempre que se te olviden. 

lunes, 27 de mayo de 2013

Velocidades


Lo ves venir de lejos, reduces velocidad para juntar vuestros caminos y ni aún así te alcanza. Miras de reojo y sabes que ahí está. Esperas esconderte al doblar la esquina para sorprenderle.
Pero llega el tren, y tienes que montarte. Miras atrás y ves que viene, pero que no llega, y que tú te marchas, una vez más, sola. 
Él no tenía ninguna prisa, y no corrió para subirse. Quizá fue porque no sabía que ibas en él, quizá porque no había nada para él en ese vagón que le llamase la atención. 
Y lo ves quedarse atrás, ensimismado en sus pensamientos, esos que tú no ocupas. Eres demasiado pequeña para él. O demasiado grande, eso es algo que nunca sabrás.
Y así nos pasa toda la vida, que caminamos a diferentes velocidades, cada uno lleva la suya y no sabemos acompasarlas a tiempo. Y luego nos lamentamos.
Cuando algo empieza, es porque las dos personas están en el mismo punto. Porque para dar un beso hacen falta dos bocas, dos personas, pero un sólo momento, un sólo lugar y un sólo deseo. 
Y queda un sólo recuerdo, aunque distinto 
y siempre más importante para uno que para otro.
El problema aparece después de ese beso, o caricia, o mirada, o palabra... Que se echa a andar y las piernas de uno no saben ser tan largas como las del otro. Y el que va más delante dice "corre" y el rezagado dice "espera" y así se tiran un rato, hasta que se pierden. 
Y es entonces cuando la vida tiende a sorprenderte y el rápido se sienta en un banco a esperar y el lento echa a correr para llegar. Sabes que por un tiempo va a ser duro, pero si sabes aguardar o acelerar, según te toque, lo que te viene después te va a compensar. Y mucho.
Para eso están las marchas, para meter una y otra dependiendo de la compañía que llevemos, la carretera por la que conduzcamos y el coche que llevemos. 
Porque yo no voy igual a tu lado, por la autovía y con un Ferrari, que al suyo, por un camino antiguo empedrado y con un pequeño carro.
Que cada uno tiene lo suyo, tú la velocidad y la emoción, y él las vistas y la expectación. 
Que no es uno mejor y otro peor, son diferencias que hacen única a una persona.
Y las personas van por etapas. A veces quieres correr y otras, esperar. 
Ahora me apetece disfrutar del paisaje y mirar al sol sin gafas, que ya me he perdido mucho y lo bonito está en los principios. 
Resumiendo, que el que algo quiere, algo le cuesta. Ya sea mi prisa o tu pausa lo sacrificado,   quiero llegar hasta el final.
Me siento en el banco. Mi mejor plan es esperarte. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Prioridades

¿Cuál es la vuestra?
La mía, después de muchas caídas, muchos tortazos contra la pared y muchas decepciones, es ser feliz. 
Ser feliz yo, pensar primero en mí y después, también. Porque lamentablemente nadie más lo hará.
Muchas veces dejamos de hacer algo porque creemos que podemos dañar a alguien con nuestros actos, nos quedamos con las ganas, y luego resulta que nos hacen daño a nosotros. Ellos han ido por sus caminos sin pensar a quién molestaban, han sido felices y no han pensado en compartir su felicidad con nadie. Han mirado por ellos mismos y tienen lo que quieren.
Ahora piensa: tú, que no haces más que mirar a tu alrededor y de pretender que todos se pinten una sonrisa en la cara, has dejado de dibujar la tuya para que las del resto no se borren. Te auto-engañas fingiendo que eso es lo tuyo, hacer feliz a los demás, pero no. Si no lo estás tú, todo esto que pasa a nuestro alrededor a los que solemos llamar vida, no vale de nada, pierde todo su sentido.
No estoy hablando de ser egoísta, que algo también hay. Estoy hablando de sernos fieles a nosotros mismo y a nuestros sentimientos y sensaciones de cada momento. A no dejar de hacer lo que deseamos por guardar luto a alguien que no conoce el significado de la palabra respeto. 
No es cuestión de arrasar por la vida con nuestros ideales y convicciones, cegados por el ego, el orgullo y la soberbia. Es cuestión de que si nos apetece ser malos, lo seamos. Si nos apetece ser buenos, lo seamos. Y si nos apetece perder la cabeza, la perdamos.
Que no pensemos en el después ni en los de después. Ni en los de antes.










Vivir cada minuto al máximo y no frenarnos por nada.










No podemos dejar de ser nosotros mismos por lo que los demás puedan pensar, porque luego suelen ser ellos los que actúan de esa manera tan horrible que nos han criticado.
No podemos dejar de disfrutar y darnos caprichitos por esa estupidez a la que llamamos posesión. Nadie pertenece a nadie. Y si dos no discuten si uno no quieren, dos no se ríen si uno no quiere, por "reír de es de dos..." (8).
Coge al vuelo las oportunidades que se re crucen de ser feliz y enseñar diente, lengua y garganta. Riendo, besando y mordiendo. Todo junto y a la vez.
Exprime cada momento de esos frente a frente, de miradas a 2 cm, de respiraciones acompasadas, de labios cercanos, de manos entrelazadas, de silencios eternos, de vida en un vaso de chupito, de intensidad irrefrenable. Disfrútalos y vívelos. Jamás dudes de nada que te venga del corazón, de la barriga, de dentro. 

Es sencillo, toca volverse loco, liarse la manta a la cabeza y vivir. Mucho, rápido o lento, pero mucho. 


Un carpe diem a lo bestia. Un carpe diem de sexo, drogas y rock&roll. 

domingo, 28 de abril de 2013

Oportunidades

Fallas. Y pides una oportunidad. Te la dan. Y la aprovechas.
Fallan. Te piden una oportunidad. La das. Y... pueden pasar varias cosas.
Por un lado, ¿estás segura de que te la pidieron? Quizá ahora estén mejor sin ti y tus palabras y que quieras volver a formar parte de su vida es sólo molestarles. En estos casos te das cuenta. Es cuando tú solita, sin que nadie te diga nada, te pones a pensar. En cómo estará, en si te echará de menos, en si le harás falta, en si deberías dar tú el paso y no esperar a que lo haga el otro... Y lo haces. 
Das el paso. Hablas. Y obtienes silencio. El más absoluto, más ensordecedor y más clarificador silencio que jamás te habían ofrecido. Nada. No le importas. No te quiere en su vida. Sacarte fue un placer y por nada del mundo se plantea la más mínima posibilidad de volver a meterte en su día a día. 
Duele. No lo esperabas, pero amiga, no eres el ombligo del mundo y sí, sin ti también se puede seguir el camino. Pero escucha, mejor eso que el siguiente caso.
Aquí sí, aquí te ruegan, te buscan, te preguntan "¿qué va a pasar? ¿vamos a quedarnos así?" Y tú estás aturullada. Se te hace un nudo el pecho y no sabes qué hacer. Te han fallado. Lo sabes. Sabes más de lo querrías saber y de lo que la otra persona querría que supieras . Lo has sentido. Aún no entiendes el por qué de todo ésto. Y te da por poner en una balanza lo bueno y lo malo, y se desequilibra. Se cae hacia lo bueno. Porque lo malo ha sido duro pero ha sido poco. O eso crees tú. Y venga, tiramos pa'lante.
Y lo intentas. Te lías la manta a la cabeza, te pones las anteojeras, como si fueras un caballo, y solo ves lo que quieres ver. Vamos! A recuperar lo que nunca debió perderse. 









Das otra de esas oportunidades de tu bolsillito de la esperanza y oh, sorpresa! Se va por el desagüe como la anterior. 










Y esta vez sí que no cuadra, pero ¿no decía que no quería perderte? pero ¿no decía que no aguantaba esta situación? Ay amiga, calibra tu vara de medir porque mona, no estás dando una. Bueno sí, una, tu cabeza contra la pared. Que pareces tonta, hija!
Pero esperad. Que aún queda el tercer caso. Éste no sabemos si es el mejor o el peor.

Aceptamos votaciones, gracias. 

Te fallan. Te fallan. Te fallan. Das una oportunidad. Te fallan. Te fallan. Vuelves a dar una oportunidad. (Y así un rato). Hasta que paras. Has echado la cremallera a tu bolsillo verde y no vas a abrirlo más. Pero claro, recordad que el hombre tropieza dos veces con la misma piedra. 2. Y 3. Y 20.
Así que la das. Pero eh. Estás escarmentada. Vas a abrir muy, muy despacito. No de un tirón y ale. No, no. Diente a diente. Pasito a pasito. La cremallera se ha oxidado y le cuesta. 
Poco a poco. Que te demuestren. Que te cuiden. Que te mimen. Que te quieran, coño.
Y entonces, sólo entonces, sacarás tu oportunidad y lo darás todo.
Ahora, eso sí, las cosas han cambiado. Llevas puesto el traje militar, te has puesto las pinturas de guerra, y te vas a plantar. 
Eres tú. Vales mucho. Tanto que pocos pueden pagarte. Te has puesto a precio de saldo muchas veces para poder estar al alcance de más gente, pero te compraban, te utilizaban y te devolvían. Y no. 
Ahora eres pieza de coleccionista y como tal, vas a ser difícil de conseguir. ¿Imposible? No. Difícil. No eres cualquier cosa, hay que luchar por las cosas bonitas, trabajar duro y pelear por lo que se quiere. Como buena obra de arte, quién te tenga, deberá hacerlo en palmitas, entre algodones y haciéndote la vida más fácil y no cuesta arriba. Ahora tú llevas los pantalones y ahora las cosas van a tu ritmo. 
Si te quieren de verdad, asumirán esto. Si no, mejor que marchen y vayan a buscar a otro que se deje pisar.
Tú pones las normas. Tú mandas en tu vida. En quién entra y quién sale. Y quién quiera entrar, que asuma tus condiciones o que se dé la vuelta por dónde ha venido.


¿Muchas trabas? Las cosas buenas conllevan sacrificios, y traen felicidad.



martes, 9 de abril de 2013

Romanticismo


Se han perdido el romanticismo, los gestos altruistas, el dar sin esperar nada a cambio.
¿Dónde quedaron los mensajes de buenos días y buenas noches?
¿Dónde ha ido a parar esa necesidad de saber del otro porque sí, porque es él/ella y quieres saber si está bien, si te echa de menos, si piensa en ti? 
¿Y la sinceridad de las palabras? Ahora decimos mucho "te quiero", "te echo de menos" sólo para quedar bien. Y encima añadimos una carita triste formada por dos puntos y un paréntesis de inicio para darle entrañabilidad al asunto...
¿Qué hemos hecho para llegar hasta aquí y perder todo lo que nos hacía sentir mariposas en el estómago en vez de debajo del pantalón?


Y no hablemos de los regalos que se dan sin pensar.
Antes, para que te tocara el culo en público debían pasar al menos 2 semanas y ahora, se regalan felaciones a precio de coste.
Antes, si quería tocarte por debajo de la camiseta te preguntaba, dudaba, se lo ganaba. Ahora poco más que le dices tú "toca un poco no, nen?".
Antes, si en la primera cita os acercabais y notabais un bulto creciente en su entrepierna os poníais los dos rojos, y encima él se apartaba para que no te dieses cuenta. Ahora vas tú a buscarlo o bien te pone él ahí tu mano como diciendo "eh? A que mola mi churra?"... por Dios...


Hemos sobrepasado los límites.


Dónde está el respeto por el otro, por sus tiempos. Y no sólo hablo de respeto físico, si no del verbal, del que se dice. Esas frases ZASCA que se dicen sin pensar en que pueden ofender, o que se dicen aposta, para hacer daño y luego se pretenden solucionar con un "lo siento, perdóname".
Las palabras e insultos utilizados en discusiones que decimos sin pensar, o eso queremos creer, a la persona a la que, atención, se supone que ¿queremos?
Maltratamos a la persona que queremos y con la queremos estar en un futuro próximo porque hemos perdido las formas. Nos creemos con derecho a decidir sobre ellos y no nos damos cuenta de que nos están haciendo el favor de incluirnos en su vida, que deberíamos agradecérselo y no ponerles verdes porque un día no tengan ganas de hablar.


¿Dónde quedó el domingo de peli, sofá y manta para dos? 
¿Dónde están las visitas sorpresa? Antes te preguntaban dónde estudiabas o vivías para aparecer un día por allí y sorprenderte, ahora lo hacen para tenerte controlada.
¿Quién compra flores porque sí? Ahora cuando ves a un chico con un ramo en el metro, a las chicas se nos iluminan los ojos y los chicos se ríen de él por lo bajito. Triste. 
¿Dónde quedaron las llamadas a deshora a casa? "Por qué me llamas? Nada, para hablar contigo, que te echaba de menos". 
¿Dónde están los que dedicaban canciones con mensaje? Declararse así, con indirectas, tan bonito...
Ahora te regalas a cualquier persona que este dispuesta a darte un poco de su medicina y no te das cuenta de que hay alguien dispuesto a darte toda la farmacia con la única condición de que le esperes.


Lo perdimos. El romanticismo se ha perdido. Pero no se ha acabado. 


Aún quedan valientes que apuestan por él, por la tranquilidad, por llevar las cosas lentas pero seguras. Aún queda quién lanza piropos enmascarados, quién pregunta ¿qué haces? sólo para que le cuentes, por el placer de escucharte y leerte, y no para quedar bien. 
Aún hay quién habla de fugas, de escapadas al fin del mundo, pero sólo si es con él/ella. 
Aún existe quién piensa en cenas a la luz de las velas, en tardes de sol y césped en silencio.
Aún hay quién busca al amor de su vida y no al polvo de mes.


Hoy en día se escuchan frases como "es tonta, pero folla bien y yo quiero follar" o "es un gilipollas, pero mientras pinchemos, a mí me apaña". No son cosas que se oigan a la minoría, no, no. Todos tenemos amigos que las usan y amigos, todos alguna vez las hemos usado. Por lamentable que parezca una vez escrito, a todos se nos ha olvidado cómo se enamora a una persona.


Recuperemos todo esto, recuperemos los nervios, las ganas, las chispitas en los ojos, los abrazos que alimentan, los olores que serenan. 
Recuperemos las miradas que ven en la oscuridad de una habitación. El miedo a fallar, el miedo a perder a una persona.
Recuperemos todo eso que antes nos servía y que ahora, no entiendo por qué, parece que ha quedado obsoleto. 


Recuperemos lo bonito de la vida, de los principios. Recuperemos el amor.

domingo, 7 de abril de 2013

Segundo plano

Los co-protagonistas. Que sería de los personajes principales sin ellos? Son esos actores, como los primeros, pero que un día, un director de casting  decidió que no eran tan buenos, pero que merecían una oportunidad, aunque eso sí, desde un segundo plano. Como el mejor amigo del chico guapo. Personajes cliché a los que ya nos hemos acostumbrado y en los que no reparamos.
Pero sabed, estad seguros, que si un día ellos fallan, nada será igual.
A veces, los personajes principales abandonan la función en busca de nuevos proyectos, de crecimiento personal y profesional y dejan lo que un día les dió vida. Y quién queda? Ellos, los secundarios. Los que de verdad dan sentido a una serie. Porque aunque no queráis reconocerlo, en ocasiones, son mejores. Si el chico guapo se va, ponemos a otro, pero si el amigo tonto se va... no habrá otro pardo igual que él. 
Y esto lo sabemos bien los que nos quedamos en un segundo plano. No se nos tiene en cuenta. Se nos suele cambiar por cualquier plan mejor y no se da nada por nosotros pero... Y si nos fuéramos lejos de vuestro lado? Y si huyésemos en busca de un papel protagonista? Estoy segura de que no sabríais vivir sin nosotros. 
A quién recurriríais como segunda opción? 
A quién preguntaríais "qué tal?" sólo como excusa para pedir algo más? 
Quién sería el mojón que siempre está ahí dispuesto a sacaros una sonrisa sin esperar nada a cambio? 










Quizá deberíais tenernos un poco más en cuenta y considerar que si nunca os hemos fallado es por algo.









Y que si los principales sí lo han hecho... quizá no se merezcan ese puesto y debáis variar la categoría de cada uno. 
Nosotros somos los que estamos ahí detrás esperando la desgracia. Somos los que cogemos el teléfono a las 3am si nos llamáis para llorar, porque a esa hora no será para irnos de fiesta.
Nosotros somos los que os abrimos las puertas de nuestra casa sin esperar que nos traigáis vino para acompañar la cena y os aceptamos la sarta de problemas con la que vais a amenizárnosla.
Nosotros somos los que nos conformamos con un "cómo estás?", pero eso sí, sincero. Somos los que pedimos un poco de atención, porque más no nos atrevemos a pediros, no vayáis a considerarlo excesivo y os perdamos. 
Y eso no. Los que estamos tras la barrera antes nos conformamos con nada que perderos por algo. Somos así de estúpidos. Anhelamos vuestra atención pero no osamos pedírosla por si salís corriendo. Nos conformamos de a poquitos.
Todos tenemos a una persona en segundo plano y todos somos el segundo plano de alguien. Y es un papel necesario, por supuesto, pero hay que saber cuidarlo como se merece, darle el valor que verdaderamente tiene y jamás menospreciarlo.
Podemos pedirle cuánto deseemos, pues nos lo dará sin preguntar por qué o por qué no. Pero también debemos darles algo nuestro. 
No podemos acaparar trocitos de corazón y no soltar ningún pedazo del nuestro.
La amistad, y las relaciones en general entre personas (que no las sentimentales en exclusiva), son eso, un intercambio de pedaciitos de corazón. Deben ser del mismo tamaño y peso, con las mismas condiciones, conocidas y asumidas por ambas partes y, obviamente, cumplidas. 
Y si no se cumplen, los segundones huirán. Y no para ser los segundones de otro, no, no.

Cuando un segundón se va es porque su próximo destino es un papel protagonista. 

sábado, 30 de marzo de 2013

Personasal.

La sal es el típico condimento culinario que todo aquel que nos quiere nos recomienda tomar en pequeñas cantidades, nos comenta que es mala para nuestra salud, nos sube la tensión, lo que jode el resto del organismo, produce enfermedades... Siempre lo mismo, vas al médico y te dice "no abuse de la sal" "mejor las comidas sosas" "la sal no es buena para nadie" ... pues por si no teníamos bastante, también existen las personas-sal.
Las personas-sal, que no saladas, esas son simpáticas y nos hacen la vida más fácil, no, no. Personas-sal. Son las que cuando las conoces no lo notas, no sabes que son ESE tipo de persona, y vas como un obús a por ellas, porque te gustan, porque te alegran los días, le dan sabor, le PONEN SAL a tu vida, que estaba insípida. Y poco a poco notas como te vas debilitando, como dejas de ser tú, como deja de gustarte todo lo que no esté relacionado con ellos, como actúas a escondidas y en secreto, para que nadie te diga que está mal. Tú sigues. Coges tu salero, lo agitas, y eres feliz. Y cada vez que das un mordisquito de ese ser salado, sabes que estás cayendo más y más hondo en el hoyo de tu mentira, pero ahí sigues, porque estás enganchada a esa sensación que sólo ellas te saben dar. 
Hasta que estás tan hundida, tanto que ya no tienes fuerzas para salir adelante, y no ves la salida, no sabes que hacer, si escarbar hasta que se acabe la salina o si escalar por las paredes hasta el nivel del mar.
Éstas son personas tóxicas, que te minan la moral sin darte cuenta. Juegan contigo, te hacen feliz un tiempo para después dejarte en la mierda. Y siempre, siempre saben lo que tienen que decir para que caigas rendidita a sus pies. Y claro, tú, caes.
No es falta de autoestima, no es que no te quieras. Es que te han comido la cabeza.
Llegan incluso hasta a cambiarte la manera de ser. 
Y claro, esto ya no, esto ya no puede ser.
Así que, de primeras, empiezas a dejarle claro a la sal que sólo la vas a catar cuando tú quieras, en la cantidad que tú elijas, que vale ya de subirte la tensión, que al final un día vas a reventar y no estás dispuesta a hacerlo, y menos por un condimento culinario. 
Pero sabes que pasa? Que esto no le gusta, dice que no, que manda ella. 


Pues a grandes males, grandes remedios.






DIETA SOSA.




Sí. Ya está. Más vale comer soso y poder seguir disfrutando, que comer salado y estar hecho mierda. 
Te va a costar, mucho, pero chica, si te quieres un poco, si aún no te ha destruido totalmente... dieta.
O mejor, planta desalinizadora, que el agua es muy sana, purifica y limpia. Y a ti, después de aguantar tantísima mierda, te hace falta una buena limpieza. 

lunes, 25 de febrero de 2013

Ganas

Ganas y tener que esperar. Ganas y no poder hacerlo. Ganas y no encontrar el momento. Ganas. Y quedarte con las ganas.
Cuando lo quieres pero no sabes como lanzarte.
Cuando ves su boca y quieres besárserla.
Cuando ves su pelo y quieres tocarlo.
Cuando ves sus ojos y los ves más bonitos que antes.
Cuando tienes ganas.
Cuando no importa el dónde, el cómo ni el qué. Importa el cuándo. Y que sea pronto.
Que pasa el tiempo y las cosas no cambian. 
Que no quieres precipitarlo pero que te mueres porque pase.
Que no quieres agobiar, pero quieres sentir.
Que no quieres pecar, pero ya pides hora en el confesionario. 
Que quieres dejar boquiabierto al vecino, al compañero y al que pase por tu lado. 
Que quieres darlo todo y no escatimar en detalles. 
Que quieres disfrutarlo y no pensar en el después. 
Que quieres hacer ruido y a la vez que quede en secreto. Secretos de esos que dan morbo y producen más ganas. Ganas, siempre ganas. Cada vez más ganas. 
Que quieres notarlo y ver qué pasa. Sentirte viva y no parar de emocinarte.
Que no te pongan frenos porque vas con todo. A poseer lo que es tuyo, no para siempre pero si durante un rato. 
Porque no quieres para siempres, quieres para ahoras. 
Porque no buscas historias. Buscas un capítulo de uno de lo volúmenes de tu historia. 
Como ese personaje fugaz de una serie de televisión. Aparece, hace vibrar y se va. Deja huella pero no marca. Puede seguir la serie, que la audiencia le recuerda, pero la trama no para. 
Que no quieres un protagonista. Que no quieres ni un actor secundario.











Que quieres un extra. Un extra que le ponga salsa al episodio de esta semana. Venga va, al de ésta y al de la que viene. Pero ya, que luego te roba las mejores frases del guión.












Que quieres gozar de lo que tienes y no pensar en lo que no posees.
Que quieres poseer lo que te corresponde y gozar lo que no, que lo prohibido siempre atrae.
Que quieres echarle sal a la vida, nada de azúcar. El azúcar para los ñoños. Tú a por lo salado de la vida, lo prohibido en la dieta, lo que sube la tensión, lo que provoca infartos, lo que merece la pena. 
Que se acabó tanta tontería. 
Que tienes ganas y él también. 
Así que a gastarlas.



domingo, 10 de febrero de 2013

N'Olvidar

No se me olvida la vez que hiciste el ridículo por no dejarme sola.
No se me olvida las veces que lo intentaste y no te dejé.
No se me olvida cómo me mirabas y cómo me molestaba que lo hicieras.
No se me olvida cómo me hiciste sentir aquel manojo de dudas.
No se me olvida todo lo que me enseñaste a hacer.
No se me olvidan tus clases y directrices para llegar más tarde a casa.
No se me olvidan tus consejos que no aconsejaban.
No se me olvida como siempre estabas ahí para mí.
No se me olvida cómo jugabas con las cremalleras de mi abrigo.
No se me olvidan tus palabras escritas rápido en un papel. Tan rápido y tan a lo loco como las sentías.
No se me olvidan tus mensajes de madrugada y llenos de incongruencias.
No se me olvida mi paseo del sofá a la ventana para verte pasar.
No se me olvida el salto que pegaba cada vez que reconocía tu motor.
No se me olvida la cantidad de veces que nos llamábamos sin decirnos nada.
No se me olvidan las marcas que hay en las farolas y paredes de nuestra plaza.
No se me olvida tu cara de "no ocurre nada" ni tus ojos de "estoy roto por dentro".
No se me olvida tu sonrisa cuando me escuchabas hablar.
No se me olvidan los paseos infinitos cogidos de la cintura en los que no dejaba de hablar y tú no me dejabas de escuchar.
No se me olvidan tus maneras de explicarte.








No se me olvida nuestra manera de rompernos.
No se me olvida mi manera de hacerte daño.






No se me olvidan tus cartas pidiendo ayuda sin pedirla.
No se me olvida como te ayudabas a ti mismo, a tu tan peculiar manera.
No se me olvidan tus recuerdos.
No se me olvida tu manera de atacarme buscando reprimenda.
No se me olvida tu manera de consolarme
No se me olvidan las veces que nos quedábamos callados.
No se me olvidan las veces que metí la pata.
No se me olvidan tus reproches que no tenían excusa por mi parte.
No se me olvida todo lo que me pediste y no te di, no porque no quisiera, si no porque no sabía.
No se me olvida la de veces que quisimos intentarlo de nuevo, pero todas a destiempo.
No se me olvida nuestra historia.
Y sé que a ti tampoco. No porque quieras volver atrás y retomar lo que un día dejamos, si no porque te duele demasiado sólo pensar en todo aquello.
Culpable? Yo, que no estaba en el momento adecuado en el lugar adecuado.
Culpable? El tiempo, que no ha sabido cruzarnos a tiempo.
Culpable? Tu prisa, que te hizo correr tanto que me quedé atrás.
Culpable? El mal viento, que se interpuso entre nosotros y se empeñó en separarnos y lo consiguió.
"Ese fue el error más grande que he cometido. Me arrepiento muchísimo". Son palabras tuyas, no mías, y por supuesto no me las dijiste a mí. Si después de todo pensamos igual, no alcanzo a comprender porque no somos capaces de expresarlo en voz alta con el otro enfrente.
Tiempos distintos para vidas distintas en momentos distintos. 
No te estoy diciendo que fuera a salir bien. Ni siquiera te estoy diciendo que quiero que salga. 
En realidad nunca te he dicho nada. Mea culpa otra vez. Pero siempre hay una primera no? Pues aquí la tienes. 
Confesiones a destiempo que no buscan penitencia. Sólo salir de dónde estaban escondidas para por fin darle una oportunidad de ser almacenadas en el lugar que las corresponde: el primer cajoncito de mi corazón.