martes, 9 de abril de 2013

Romanticismo


Se han perdido el romanticismo, los gestos altruistas, el dar sin esperar nada a cambio.
¿Dónde quedaron los mensajes de buenos días y buenas noches?
¿Dónde ha ido a parar esa necesidad de saber del otro porque sí, porque es él/ella y quieres saber si está bien, si te echa de menos, si piensa en ti? 
¿Y la sinceridad de las palabras? Ahora decimos mucho "te quiero", "te echo de menos" sólo para quedar bien. Y encima añadimos una carita triste formada por dos puntos y un paréntesis de inicio para darle entrañabilidad al asunto...
¿Qué hemos hecho para llegar hasta aquí y perder todo lo que nos hacía sentir mariposas en el estómago en vez de debajo del pantalón?


Y no hablemos de los regalos que se dan sin pensar.
Antes, para que te tocara el culo en público debían pasar al menos 2 semanas y ahora, se regalan felaciones a precio de coste.
Antes, si quería tocarte por debajo de la camiseta te preguntaba, dudaba, se lo ganaba. Ahora poco más que le dices tú "toca un poco no, nen?".
Antes, si en la primera cita os acercabais y notabais un bulto creciente en su entrepierna os poníais los dos rojos, y encima él se apartaba para que no te dieses cuenta. Ahora vas tú a buscarlo o bien te pone él ahí tu mano como diciendo "eh? A que mola mi churra?"... por Dios...


Hemos sobrepasado los límites.


Dónde está el respeto por el otro, por sus tiempos. Y no sólo hablo de respeto físico, si no del verbal, del que se dice. Esas frases ZASCA que se dicen sin pensar en que pueden ofender, o que se dicen aposta, para hacer daño y luego se pretenden solucionar con un "lo siento, perdóname".
Las palabras e insultos utilizados en discusiones que decimos sin pensar, o eso queremos creer, a la persona a la que, atención, se supone que ¿queremos?
Maltratamos a la persona que queremos y con la queremos estar en un futuro próximo porque hemos perdido las formas. Nos creemos con derecho a decidir sobre ellos y no nos damos cuenta de que nos están haciendo el favor de incluirnos en su vida, que deberíamos agradecérselo y no ponerles verdes porque un día no tengan ganas de hablar.


¿Dónde quedó el domingo de peli, sofá y manta para dos? 
¿Dónde están las visitas sorpresa? Antes te preguntaban dónde estudiabas o vivías para aparecer un día por allí y sorprenderte, ahora lo hacen para tenerte controlada.
¿Quién compra flores porque sí? Ahora cuando ves a un chico con un ramo en el metro, a las chicas se nos iluminan los ojos y los chicos se ríen de él por lo bajito. Triste. 
¿Dónde quedaron las llamadas a deshora a casa? "Por qué me llamas? Nada, para hablar contigo, que te echaba de menos". 
¿Dónde están los que dedicaban canciones con mensaje? Declararse así, con indirectas, tan bonito...
Ahora te regalas a cualquier persona que este dispuesta a darte un poco de su medicina y no te das cuenta de que hay alguien dispuesto a darte toda la farmacia con la única condición de que le esperes.


Lo perdimos. El romanticismo se ha perdido. Pero no se ha acabado. 


Aún quedan valientes que apuestan por él, por la tranquilidad, por llevar las cosas lentas pero seguras. Aún queda quién lanza piropos enmascarados, quién pregunta ¿qué haces? sólo para que le cuentes, por el placer de escucharte y leerte, y no para quedar bien. 
Aún hay quién habla de fugas, de escapadas al fin del mundo, pero sólo si es con él/ella. 
Aún existe quién piensa en cenas a la luz de las velas, en tardes de sol y césped en silencio.
Aún hay quién busca al amor de su vida y no al polvo de mes.


Hoy en día se escuchan frases como "es tonta, pero folla bien y yo quiero follar" o "es un gilipollas, pero mientras pinchemos, a mí me apaña". No son cosas que se oigan a la minoría, no, no. Todos tenemos amigos que las usan y amigos, todos alguna vez las hemos usado. Por lamentable que parezca una vez escrito, a todos se nos ha olvidado cómo se enamora a una persona.


Recuperemos todo esto, recuperemos los nervios, las ganas, las chispitas en los ojos, los abrazos que alimentan, los olores que serenan. 
Recuperemos las miradas que ven en la oscuridad de una habitación. El miedo a fallar, el miedo a perder a una persona.
Recuperemos todo eso que antes nos servía y que ahora, no entiendo por qué, parece que ha quedado obsoleto. 


Recuperemos lo bonito de la vida, de los principios. Recuperemos el amor.

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