domingo, 28 de abril de 2013

Oportunidades

Fallas. Y pides una oportunidad. Te la dan. Y la aprovechas.
Fallan. Te piden una oportunidad. La das. Y... pueden pasar varias cosas.
Por un lado, ¿estás segura de que te la pidieron? Quizá ahora estén mejor sin ti y tus palabras y que quieras volver a formar parte de su vida es sólo molestarles. En estos casos te das cuenta. Es cuando tú solita, sin que nadie te diga nada, te pones a pensar. En cómo estará, en si te echará de menos, en si le harás falta, en si deberías dar tú el paso y no esperar a que lo haga el otro... Y lo haces. 
Das el paso. Hablas. Y obtienes silencio. El más absoluto, más ensordecedor y más clarificador silencio que jamás te habían ofrecido. Nada. No le importas. No te quiere en su vida. Sacarte fue un placer y por nada del mundo se plantea la más mínima posibilidad de volver a meterte en su día a día. 
Duele. No lo esperabas, pero amiga, no eres el ombligo del mundo y sí, sin ti también se puede seguir el camino. Pero escucha, mejor eso que el siguiente caso.
Aquí sí, aquí te ruegan, te buscan, te preguntan "¿qué va a pasar? ¿vamos a quedarnos así?" Y tú estás aturullada. Se te hace un nudo el pecho y no sabes qué hacer. Te han fallado. Lo sabes. Sabes más de lo querrías saber y de lo que la otra persona querría que supieras . Lo has sentido. Aún no entiendes el por qué de todo ésto. Y te da por poner en una balanza lo bueno y lo malo, y se desequilibra. Se cae hacia lo bueno. Porque lo malo ha sido duro pero ha sido poco. O eso crees tú. Y venga, tiramos pa'lante.
Y lo intentas. Te lías la manta a la cabeza, te pones las anteojeras, como si fueras un caballo, y solo ves lo que quieres ver. Vamos! A recuperar lo que nunca debió perderse. 









Das otra de esas oportunidades de tu bolsillito de la esperanza y oh, sorpresa! Se va por el desagüe como la anterior. 










Y esta vez sí que no cuadra, pero ¿no decía que no quería perderte? pero ¿no decía que no aguantaba esta situación? Ay amiga, calibra tu vara de medir porque mona, no estás dando una. Bueno sí, una, tu cabeza contra la pared. Que pareces tonta, hija!
Pero esperad. Que aún queda el tercer caso. Éste no sabemos si es el mejor o el peor.

Aceptamos votaciones, gracias. 

Te fallan. Te fallan. Te fallan. Das una oportunidad. Te fallan. Te fallan. Vuelves a dar una oportunidad. (Y así un rato). Hasta que paras. Has echado la cremallera a tu bolsillo verde y no vas a abrirlo más. Pero claro, recordad que el hombre tropieza dos veces con la misma piedra. 2. Y 3. Y 20.
Así que la das. Pero eh. Estás escarmentada. Vas a abrir muy, muy despacito. No de un tirón y ale. No, no. Diente a diente. Pasito a pasito. La cremallera se ha oxidado y le cuesta. 
Poco a poco. Que te demuestren. Que te cuiden. Que te mimen. Que te quieran, coño.
Y entonces, sólo entonces, sacarás tu oportunidad y lo darás todo.
Ahora, eso sí, las cosas han cambiado. Llevas puesto el traje militar, te has puesto las pinturas de guerra, y te vas a plantar. 
Eres tú. Vales mucho. Tanto que pocos pueden pagarte. Te has puesto a precio de saldo muchas veces para poder estar al alcance de más gente, pero te compraban, te utilizaban y te devolvían. Y no. 
Ahora eres pieza de coleccionista y como tal, vas a ser difícil de conseguir. ¿Imposible? No. Difícil. No eres cualquier cosa, hay que luchar por las cosas bonitas, trabajar duro y pelear por lo que se quiere. Como buena obra de arte, quién te tenga, deberá hacerlo en palmitas, entre algodones y haciéndote la vida más fácil y no cuesta arriba. Ahora tú llevas los pantalones y ahora las cosas van a tu ritmo. 
Si te quieren de verdad, asumirán esto. Si no, mejor que marchen y vayan a buscar a otro que se deje pisar.
Tú pones las normas. Tú mandas en tu vida. En quién entra y quién sale. Y quién quiera entrar, que asuma tus condiciones o que se dé la vuelta por dónde ha venido.


¿Muchas trabas? Las cosas buenas conllevan sacrificios, y traen felicidad.



martes, 9 de abril de 2013

Romanticismo


Se han perdido el romanticismo, los gestos altruistas, el dar sin esperar nada a cambio.
¿Dónde quedaron los mensajes de buenos días y buenas noches?
¿Dónde ha ido a parar esa necesidad de saber del otro porque sí, porque es él/ella y quieres saber si está bien, si te echa de menos, si piensa en ti? 
¿Y la sinceridad de las palabras? Ahora decimos mucho "te quiero", "te echo de menos" sólo para quedar bien. Y encima añadimos una carita triste formada por dos puntos y un paréntesis de inicio para darle entrañabilidad al asunto...
¿Qué hemos hecho para llegar hasta aquí y perder todo lo que nos hacía sentir mariposas en el estómago en vez de debajo del pantalón?


Y no hablemos de los regalos que se dan sin pensar.
Antes, para que te tocara el culo en público debían pasar al menos 2 semanas y ahora, se regalan felaciones a precio de coste.
Antes, si quería tocarte por debajo de la camiseta te preguntaba, dudaba, se lo ganaba. Ahora poco más que le dices tú "toca un poco no, nen?".
Antes, si en la primera cita os acercabais y notabais un bulto creciente en su entrepierna os poníais los dos rojos, y encima él se apartaba para que no te dieses cuenta. Ahora vas tú a buscarlo o bien te pone él ahí tu mano como diciendo "eh? A que mola mi churra?"... por Dios...


Hemos sobrepasado los límites.


Dónde está el respeto por el otro, por sus tiempos. Y no sólo hablo de respeto físico, si no del verbal, del que se dice. Esas frases ZASCA que se dicen sin pensar en que pueden ofender, o que se dicen aposta, para hacer daño y luego se pretenden solucionar con un "lo siento, perdóname".
Las palabras e insultos utilizados en discusiones que decimos sin pensar, o eso queremos creer, a la persona a la que, atención, se supone que ¿queremos?
Maltratamos a la persona que queremos y con la queremos estar en un futuro próximo porque hemos perdido las formas. Nos creemos con derecho a decidir sobre ellos y no nos damos cuenta de que nos están haciendo el favor de incluirnos en su vida, que deberíamos agradecérselo y no ponerles verdes porque un día no tengan ganas de hablar.


¿Dónde quedó el domingo de peli, sofá y manta para dos? 
¿Dónde están las visitas sorpresa? Antes te preguntaban dónde estudiabas o vivías para aparecer un día por allí y sorprenderte, ahora lo hacen para tenerte controlada.
¿Quién compra flores porque sí? Ahora cuando ves a un chico con un ramo en el metro, a las chicas se nos iluminan los ojos y los chicos se ríen de él por lo bajito. Triste. 
¿Dónde quedaron las llamadas a deshora a casa? "Por qué me llamas? Nada, para hablar contigo, que te echaba de menos". 
¿Dónde están los que dedicaban canciones con mensaje? Declararse así, con indirectas, tan bonito...
Ahora te regalas a cualquier persona que este dispuesta a darte un poco de su medicina y no te das cuenta de que hay alguien dispuesto a darte toda la farmacia con la única condición de que le esperes.


Lo perdimos. El romanticismo se ha perdido. Pero no se ha acabado. 


Aún quedan valientes que apuestan por él, por la tranquilidad, por llevar las cosas lentas pero seguras. Aún queda quién lanza piropos enmascarados, quién pregunta ¿qué haces? sólo para que le cuentes, por el placer de escucharte y leerte, y no para quedar bien. 
Aún hay quién habla de fugas, de escapadas al fin del mundo, pero sólo si es con él/ella. 
Aún existe quién piensa en cenas a la luz de las velas, en tardes de sol y césped en silencio.
Aún hay quién busca al amor de su vida y no al polvo de mes.


Hoy en día se escuchan frases como "es tonta, pero folla bien y yo quiero follar" o "es un gilipollas, pero mientras pinchemos, a mí me apaña". No son cosas que se oigan a la minoría, no, no. Todos tenemos amigos que las usan y amigos, todos alguna vez las hemos usado. Por lamentable que parezca una vez escrito, a todos se nos ha olvidado cómo se enamora a una persona.


Recuperemos todo esto, recuperemos los nervios, las ganas, las chispitas en los ojos, los abrazos que alimentan, los olores que serenan. 
Recuperemos las miradas que ven en la oscuridad de una habitación. El miedo a fallar, el miedo a perder a una persona.
Recuperemos todo eso que antes nos servía y que ahora, no entiendo por qué, parece que ha quedado obsoleto. 


Recuperemos lo bonito de la vida, de los principios. Recuperemos el amor.

domingo, 7 de abril de 2013

Segundo plano

Los co-protagonistas. Que sería de los personajes principales sin ellos? Son esos actores, como los primeros, pero que un día, un director de casting  decidió que no eran tan buenos, pero que merecían una oportunidad, aunque eso sí, desde un segundo plano. Como el mejor amigo del chico guapo. Personajes cliché a los que ya nos hemos acostumbrado y en los que no reparamos.
Pero sabed, estad seguros, que si un día ellos fallan, nada será igual.
A veces, los personajes principales abandonan la función en busca de nuevos proyectos, de crecimiento personal y profesional y dejan lo que un día les dió vida. Y quién queda? Ellos, los secundarios. Los que de verdad dan sentido a una serie. Porque aunque no queráis reconocerlo, en ocasiones, son mejores. Si el chico guapo se va, ponemos a otro, pero si el amigo tonto se va... no habrá otro pardo igual que él. 
Y esto lo sabemos bien los que nos quedamos en un segundo plano. No se nos tiene en cuenta. Se nos suele cambiar por cualquier plan mejor y no se da nada por nosotros pero... Y si nos fuéramos lejos de vuestro lado? Y si huyésemos en busca de un papel protagonista? Estoy segura de que no sabríais vivir sin nosotros. 
A quién recurriríais como segunda opción? 
A quién preguntaríais "qué tal?" sólo como excusa para pedir algo más? 
Quién sería el mojón que siempre está ahí dispuesto a sacaros una sonrisa sin esperar nada a cambio? 










Quizá deberíais tenernos un poco más en cuenta y considerar que si nunca os hemos fallado es por algo.









Y que si los principales sí lo han hecho... quizá no se merezcan ese puesto y debáis variar la categoría de cada uno. 
Nosotros somos los que estamos ahí detrás esperando la desgracia. Somos los que cogemos el teléfono a las 3am si nos llamáis para llorar, porque a esa hora no será para irnos de fiesta.
Nosotros somos los que os abrimos las puertas de nuestra casa sin esperar que nos traigáis vino para acompañar la cena y os aceptamos la sarta de problemas con la que vais a amenizárnosla.
Nosotros somos los que nos conformamos con un "cómo estás?", pero eso sí, sincero. Somos los que pedimos un poco de atención, porque más no nos atrevemos a pediros, no vayáis a considerarlo excesivo y os perdamos. 
Y eso no. Los que estamos tras la barrera antes nos conformamos con nada que perderos por algo. Somos así de estúpidos. Anhelamos vuestra atención pero no osamos pedírosla por si salís corriendo. Nos conformamos de a poquitos.
Todos tenemos a una persona en segundo plano y todos somos el segundo plano de alguien. Y es un papel necesario, por supuesto, pero hay que saber cuidarlo como se merece, darle el valor que verdaderamente tiene y jamás menospreciarlo.
Podemos pedirle cuánto deseemos, pues nos lo dará sin preguntar por qué o por qué no. Pero también debemos darles algo nuestro. 
No podemos acaparar trocitos de corazón y no soltar ningún pedazo del nuestro.
La amistad, y las relaciones en general entre personas (que no las sentimentales en exclusiva), son eso, un intercambio de pedaciitos de corazón. Deben ser del mismo tamaño y peso, con las mismas condiciones, conocidas y asumidas por ambas partes y, obviamente, cumplidas. 
Y si no se cumplen, los segundones huirán. Y no para ser los segundones de otro, no, no.

Cuando un segundón se va es porque su próximo destino es un papel protagonista.