Es absurdo como alguien puede cambiar tu forma de ver
las cosas, de verlo a él, en cuestión de días, horas, minutos, o segundos.
De días porque sabes que hoy no le miras como ayer,
que ahora es diferente hasta tu forma de caminar, hablar y expresarte si esta
delante. Antes no importaba si os cruzabais o no. Ahora, buscas encontrarte con
él. Buscas sus guiños a modo de saludo.
De horas, porque las cuentas para que llegue, y si se
retrasa no te molesta, pero no dejas de mirar hacia la puerta, intentando
parecer distraída pero sin dejar de vigilarla, para que cuando aparezca, lo
primero que vea sea a ti y para que cuando se vaya, esté casi obligado a darse
la vuelta y despedirse.
De minutos, porque en una conversación has visto todo
lo que esa persona lleva dentro. Te ha gustado y has decidido que lo quieres
para ti. Porque antes sólo era uno más, pero todo eso que te ha contado, ha
hecho que pases a mirarle como otra cosa. Ya no es uno, ahora es ése.
Y de segundos, porque un gesto, una palabra, un
silencio en el momento preciso ha hecho que todo dé un vuelco de 180 grados.
¿Sabes esos ratos en los que te quedas sin saber qué decir, esa sensación de
agobio que se tiene por encontrar tema de conversación? Pues con él no ha
pasado. Con él es todo tranquilidad.
Tienes tu mundo patas arriba. No sabes a dónde vas ni
de dónde vienes, no te convence, pero tienes ganas de echar a andar por este
camino que llevaba ahí ya unos años pero en el que hasta hace unas semanas no
habías reparado lo más mínimo.
Él es fachada. Es duro. Es fuerte. Él impone. Tiene
voz penetrante. Su cuerpo es grande. Sus ojos color mar claro. Lleva ese tipo
de estética contemporánea personalizada. El pelo corto. La piel clara. Las
manos firmes. Las espaldas anchas. Una sonrisa que enamora.
Él es motor. Él siente. Él se conoce. Él se critica.
Él se ríe de sí mismo. Él disfruta de la vida. Él es dulce. Él es bruto. Él es
(i)rresponsable. Él es consecuente. Él es un crío.
Él, que quiere ser más. Él, que lucha. Él, que te hace
reír. Él, que te da sin esperar. Él, que lleva la educación por bandera. Él,
culto. Él, inteligente. Él, buena persona. Él, vergonzoso. Él, tímido. Él,
comprometido. Él, defensor.
No ha habido
presentaciones formales, ni siquiera primera cita. No ha habido un detonante
como tal. No ha existido nadie que te impulsara. No era una opción a contemplar
el empezar a sentirte a sí por él, precisamente por él. Han sido ese conjunto de circunstancias que componen a
una persona las que han hecho que esa noche no sea una más. Que ahora todo haya
adquirido un matiz distinto es sólo cosa del tiempo, que ha decidido que éste
es tu momento para intentar lanzarte al vacío y ver qué pasa, que nunca se sabe,
porque no serías la primera que tiene delante la oportunidad de su vida y no la
ve hasta que la ha perdido. Pero tú aún puedes conseguirlo.