Lo ves venir de lejos, reduces velocidad para juntar vuestros caminos y ni aún así te alcanza. Miras de reojo y sabes que ahí está. Esperas esconderte al doblar la esquina para sorprenderle.
Pero llega el tren, y tienes que montarte. Miras atrás y ves que viene, pero que no llega, y que tú te marchas, una vez más, sola.Él no tenía ninguna prisa, y no corrió para subirse. Quizá fue porque no sabía que ibas en él, quizá porque no había nada para él en ese vagón que le llamase la atención.Y lo ves quedarse atrás, ensimismado en sus pensamientos, esos que tú no ocupas. Eres demasiado pequeña para él. O demasiado grande, eso es algo que nunca sabrás.
Y así nos pasa toda la vida, que caminamos a diferentes velocidades, cada uno lleva la suya y no sabemos acompasarlas a tiempo. Y luego nos lamentamos.
Cuando algo empieza, es porque las dos personas están en el mismo punto. Porque para dar un beso hacen falta dos bocas, dos personas, pero un sólo momento, un sólo lugar y un sólo deseo.
Y queda un sólo recuerdo, aunque distintoy siempre más importante para uno que para otro.El problema aparece después de ese beso, o caricia, o mirada, o palabra... Que se echa a andar y las piernas de uno no saben ser tan largas como las del otro. Y el que va más delante dice "corre" y el rezagado dice "espera" y así se tiran un rato, hasta que se pierden.Y es entonces cuando la vida tiende a sorprenderte y el rápido se sienta en un banco a esperar y el lento echa a correr para llegar. Sabes que por un tiempo va a ser duro, pero si sabes aguardar o acelerar, según te toque, lo que te viene después te va a compensar. Y mucho.
Para eso están las marchas, para meter una y otra dependiendo de la compañía que llevemos, la carretera por la que conduzcamos y el coche que llevemos.Porque yo no voy igual a tu lado, por la autovía y con un Ferrari, que al suyo, por un camino antiguo empedrado y con un pequeño carro.
Que cada uno tiene lo suyo, tú la velocidad y la emoción, y él las vistas y la expectación.Que no es uno mejor y otro peor, son diferencias que hacen única a una persona.Y las personas van por etapas. A veces quieres correr y otras, esperar.Ahora me apetece disfrutar del paisaje y mirar al sol sin gafas, que ya me he perdido mucho y lo bonito está en los principios.
Resumiendo, que el que algo quiere, algo le cuesta. Ya sea mi prisa o tu pausa lo sacrificado, quiero llegar hasta el final.
Me siento en el banco. Mi mejor plan es esperarte.